General Motors (GM) ha evitado volverse obsoleto mediante la adopción de una estrategia ingeniosa: la obsolescencia programada. A mediados de la década de 1920, el CEO de GM, Alfred P. Sloan, ideó un plan audaz para mantener la demanda de sus automóviles en constante crecimiento.

Cada año, lanzarían nuevos modelos con cambios estéticos, colores atractivos y motores más veloces, creando una ilusión de novedad que incitaba a los clientes a desear siempre lo último y lo mejor.

Esta táctica se convirtió en una parte esencial de la economía de consumo en Estados Unidos y del mundo entero. A medida que la tecnología avanzaba, otros sectores, como la electrónica de consumo, adoptaron esta estrategia. Sin embargo, GM fue un verdadero pionero en esta práctica de vida útil deliberadamente limitada para sus productos.